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LA MOMIA 3






Esta tercera entrega de esta saga narra como el niño que aparecía en la anterior secuela le ha afectado el tiempo, al contrario que a su padre, que sigue igual. No podemos decir lo mismo de la madre, que como recorte de presupuesto, las arrugas le han modificado tanto el rostro que ni siquiera es la misma actriz que en las otras dos películas. Empezamos bien.
Pues esta tercera parte, dejan tranquilas a las momias del antiguo Egipto para buscar una momia en mitad de China. Esta momia era de un chinorri guerrero malo de cojones que tenia poderes para dominar fuego, hielo, agua, madera... además era un campeón en artes marciales. Lo que diría mi abuela, un chico completito y "apañao". Pues nuestro querido malvado chinorri se dedicaba a construir una muralla larga de cojones y complementar la masa con cadáveres de enemigos y demás gente que no tenía que ver con el tema. Una alegría de hombre. En mitad de una guerra, nuestro chinorri sufre un conjuro chungo de la muerte que lo convierte en estatua al igual que su ejercito, quedando cuales jarrones sin geranios durante un ratillo de unos cuantos siglos.
El padre del chiquillo protagonista, es decir, George de la Jungla (no me se el nombre del actor) se pelea con uno, de pronto aparece el ejercito chino... vamos, un follón del copón, obteniendo como resultado el despertar de la momia del Chinorri malo y su enfado.
Como en las anteriores películas, empiezan a viajar por todo el mundo hasta que llegan al Himalaya, donde en un templo son asaltados por los secuaces del Chinorri momia malo. Sin embargo, unos gorilas blancos con cara de mala ostia ayudan a los buenos. Chinorri malo se hace con la suya, pone un diamante en una torre, aparece un rayo de luz, le indica el camino a una cueva, se mete en un jacuzzi y se convierte en inmortal y en ser humano. Chinorri malo se convierte en dragón y se va volando a un castillito que tiene en la sierra.
Chinorri malo despierta a su ejército de jarrones y se enfrenta a George de la Jungla, sin embargo, el lider de los buenos hace un chanchullo mágico con una china y despierta a un ejército de zombis cabreados. Lo mas lógico. Si te ataca un lote de porcelana, invoca a los muertos.
Bueno, George de la Jungla se entera de que solo puede matar a Chinorri malo con una navaja que lleva siempre encima la china del chanchullo mágico. Se la clava a Chinorri malo y este muere. FIN.
Moraleja: cuidado con los jarrones de los chinos.

EL INCIDENTE




Bienvenidos a una película protagonizada por Mark Walberg, aquel actor que la mayoría de público femenino recordará por comenzar su carrera como modelo de ropa interior (a todo esto, ¿por qué me acuerdo yo?); bueno, pues éste encarna al típico científico defensor de la verdad y que se cree toda esa filosofía que se basa en el calentamiento global, la naturaleza nos devolverá la bofetada…
Pues vayamos al grano, la crisis, que tantas veces negó Zapatero, ha llegado hasta Hollywood y queda patente en esta cinta. En este thriller de suspense que debería rozar el género de terror, los personajes se dedican a huir de… el aire. Sí señores, el viento es el peor enemigo que nunca haya visto en una pantalla un espectador, de hecho, no lo verá, es viento.
La cuestión es que cada vez que aparecía la más mínima brisa, a todos los actores que se encontraran en el campo de visión de la cámara le entraban unos deseos irrefrenables de suicidarse. El mismo efecto que produce el visionado continuado de tres capítulos seguidos de “Ana y los siete”.
Bueno, al final Mark, su esposa y una niña, que no me acuerdo lo que le tocaba a la pareja, sobreviven al ataque de Fujitsu. FIN.
Moraleja: mi madre tiene razón, hay que cerrar las ventanas para que no haya corriente.

WANTED


La cinta empieza con un comienzo bastante parecido al argumento de “El Club de la Lucha”, es decir, el mítico pringaíllo norteamericano encerrado en una oficina cuya jefa no deja de meterle bulla cada vez que se le presenta la situación.
Cierto día, va al súper a comprar su dosis de pastis, sin embargo, estos fármacos no le dan subidón, sino todo lo contrario, porque al pringaíllo (que se llama Wesley) le dan unos chungos cardíacos de la muerte que hace que vea todo más lento. Esto es lo que llamamos una paranoia de las grandes. Volvamos al tema, pues está comprando sus chutes, se le presenta al lado Angelina Jolie (lo más lógico, desde ese momento mis visitas al Mercadona han ascendido notoriamente) y le comenta que tiene al mejor asesino del mundo vigilándole desde la estantería de las lechugas. El protagonista se da la vuelta, intenta huir, comienza un tiroteo del copón continuado por una persecución cuya única intención es cargarse la mayor cantidad de automóviles que se encuentren por la ciudad.
Angelina le explica a Wesley que existe una asociación de costureros asesinos que se dedica a matar a gente genocida mala de la muerte de todas las formas posibles que existen para cargarse a alguien, esas víctimas son elegidas por un cacharro supersónico que hace sábanas. De pronto, empieza a aparecer gente rara, entre ellos, Morgan Freeman, que es el líder de la secta de los costureros, que le comenta que su padre era el mejor de la hermandad y fue asesinado por el segundo mejor del grupo, ya que este último quiere ser el mejor del mundo, por eso va a cargarse a toda la hermandad y entre ellos quiere que caiga el propio Wesley. Un follón y de los grandes.
La primera prueba que le toca realizar al pobre pringaíllo es arrancarle las alas a unas moscas cojoneras con una pistola mientras un notas le apunta a la nuca con un arma (“alma” en sevillano), Wesley informa de que no sabe usar ni la escopeta de plomos de la feria, le da un sofoco ralentizante de esos y le anula la forma de volar, a balazos, a las cojoneras formas de vida de Dios.
Wesley es entrenado en todas las formas de dar ostias hasta con el lóbulo de la oreja y en pegar tiros con efecto, esto último es inútil, todo se arreglaría con un misil tierra-aire con cabeza teledirigida con sensor de calor, vamos, lo que tiene cualquiera debajo del cojín del sofá, al lado del mando a distancia.
Wesley se cabrea porque se entera de que su padre no está muerto, sino que es el asesino que quiere matarle, pero en verdad no quiere matarlo, sino alejarlo de la hermandad de costureros… es decir, que no se entera de lo que ocurre ni el guionista (si tuvo) del film.
Al final, el pringaíllo se cabrea con el mundo, hace un ataque con ratas bomba, se carga a todos los costureros con balas que buscan a la víctima (así cualquiera) y es feliz. Fin.
Moraleja: Angelina Jolie no va al supermercado.
 
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